Cuando el maquillaje se va, quedas tú y tu lucha. Nada que
te tape y nada que te cubra y entonces las lágrimas amenazan con hacerte tocar
fondo y dejarte sin respiración, pero, hay esta él. Y aunque no sonríe sabes
perfectamente por que ha venido y buscando a quien. Su preocupación va a luchar
con su orgullo, con sus ganas de acercarte y tocarte y todos sabemos ya quién
ganará. Acostumbrada ya a estar sola harás como que no te importa, le quitarás
el polvo a los tacones que te regaló y saldrás queriendo que te echen unos
cuantos esta noche mientras intentas no pensar en cuando erais felices aunque
las cosas siempre fueran mal y nada más entrar al garito ya habrá cinco que te
sonrían como él. Probarás suerte con todos y la tendrás, al menos antes de
tirarles el cubata por la cabeza y escupirles en la cara sabiendo que no son
él, pero importándote una mierda. Y eso atraerá a otros 20 chulos gilipollas
con ganas de follarse a la chica borde de labios rojos cuya cara y andares son
todo un poema al irse por la puerta. Te quitarás los tacones y será como volver
a la realidad, que da miedo, que asusta, desde que ya no es él quien te sujeta
los tacones de vuelta a casa, pero no le llamarás…
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