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domingo, 9 de diciembre de 2012

Y el hielo se hizo hielo y el fuego me abrasó.


Me pase la vida huyendo, corriendo, pasando de abrazo en abrazo sintiendo esa extraña sensación de vacío cuando permanecía mucho tiempo a la deriva sin unos labios que imaginar besar. Y nunca me pregunte porque, creía que estaba bien y yo era la que no lo estaba. Llegó un día en el que me ofrecí al mundo y le dejé entrar tan hasta el fondo que me arrancó el corazón y entonces no estaba vacía, pero sentía un hielo abrasador cada vez que abría los ojos y no te encontraba a mi lado. Ningún lugar tenía el suficiente calor para mí, ni ningún cuerpo, ni ningún recuerdo y mis sentimientos comenzaron a derretirse y a cubrir toda la habitación, hasta tal punto que ya no veía mi reflejo en el espejo y me olvide de respirar y de quererte si es que alguna vez lo hice. Y para un día que salí a la calle, me di cuenta de que el mundo había cambiado tanto, que ya no me necesitaba, ni tú tampoco.


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