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domingo, 16 de diciembre de 2012

No te ha sorprendido que te diga que estoy mal.


Como cuando tú me dijiste “quizá te quiero”, nadie se ha movido, ni ha dejado de respirar. Ese silencio de segundos me hizo mirarte y odiarte, pero algo no me dejo levantarme y escupirte a la cara: “yo no estoy buscando quizases”. Se me olvido de que hablábamos cuando me miraste con esos ojos de se ha acabado y yo me aferré a tu te quiero como una perra y suplique. Tenían razón mis amantes, en eso de que, antes, la mala era yo, con una excepción, esta vez, yo quería quererle querer y él a mi no.


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