Como cuando tú me dijiste “quizá te quiero”, nadie se ha
movido, ni ha dejado de respirar. Ese silencio de segundos me hizo mirarte y odiarte,
pero algo no me dejo levantarme y escupirte a la cara: “yo no estoy buscando
quizases”. Se me olvido de que hablábamos cuando tú me miraste con esos ojos de
se ha acabado y yo me aferré a tu te quiero como una perra y suplique. Tenían
razón mis amantes, en eso de que, antes, la mala era yo, con una excepción,
esta vez, yo quería quererle querer y él a mi no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario