Nos curamos mutuamente al rozarnos con las manos y nos
quedamos juntos cuando nos dieron el alta de observación. Tú alegaste locura
transitoria pero, yo estaba loca de verdad por no querer perderte y acabé dándome
de cabezazos contra la pared, pero era todo mentira, como todo lo que tiene que
ver conmigo y con mi completa apatía, todo mentira. No producía nada oír como
la semana pasada te habías follado a tres, porque por alguna extraña razón
volvías a mi cada noche ansiando que gimiera tu nombre, para sentir que al
menos algo estabas haciendo bien si yo seguía contigo. Pero era todo mentira,
menos cuando me besabas. Algo de repente quería pertenecerte para tener al
menos un lugar al que llamar hogar y que no tuviera nadie más. Y ese fue el
problema, que ese algo no era tan fuerte como las raíces que empezaste a dejar
crecer por mis brazos y mis piernas, engulliéndolo todo, haciéndome ver que algo
había cambiado y era serio. Y yo soy de las que se ríen con lo serio, así que
tú te lo tomaste mal y yo no lo entendí. Echaste raíces en otra y yo no lo entendí. Incluso
después de seis meses seguí sin entenderlo y por supuesto nadie me convenció de
que tu amor era falso, tan falso como lo había sido el mío. Pero nuestras
cuatro paredes se tambalearon un poco, una pizca, una milésima de milímetro y
entro la realidad y me pillo sola y desarmada, viendo como tus labios estaban
hablando con otra en nuestro idioma. Y entonces tampoco lo entendí, ni quise,
porque era difícil de explicar, aunque estaba claro. No pude contárselo a nadie
y lo negué cuando me preguntaron o me hice la loca, de verdad, por no querer
admitir que te perdía y un poco más por no admitir que era culpa mía. Así que
me comí mi amor de mentira, que ahora empezaba a ser un poco más odio de
verdad, volví, puse buena cara y pensaron que estaba bien. Les seguí el rollo.
Había oído que dejarse llevar a veces estaba bien, pero todos esos labios me
abrieron socavones en la piel y me arrancaron la ropa. No fueron educados, ni
me llamaron después. Eché de menos todas esas cosas de ti y no te lo dije. Las
busque en tu amigo y no funciono. Y después de toda tu perfecta prepotencia y
mi falta de ganas aquí estamos, tú en tu cuarto y yo, en el mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario