Es
como si todos los tíos que me encuentro llevarán en la frente aquel cartel de
“usar y tirar” que hace tanto daño y es como si yo acabará con el tatuado en
cada frase, en cada beso, incapaz de mantenernos a flote, a no ser que me
valla. Y antes de calzarme los tacones, de buscar mis bragas, echo un ultimo
vistazo a la cama y me duele saber que realmente no va a funcionar y que va a
ser por mi culpa, pero te beso la frente como si eso fuera a borrar mi recuerdo
de tus pesadillas, como dándote la libertad para poder odiarme cuando me haya
ido llevándome tu camisa favorita. Y de repente estás ahí todo guapo y siento
que no es para mí y por un momento dudo de quien es el de “usar y tirar” y
quien uso a quien y lo que es aún peor, de quien va a tirar a quien con todo lo
que esa palabra con lleva. Aquel día cometí el error de volverme a la cama y
quererle, durará lo que durará, no queriendo ser la responsable de que se
cambiará de acera, de que le robará la virginidad a una cualquiera, de que
nunca más sonriera al ver a una mujer porque en cada una de ellas viera un
cartel en el que ponía “usar y tirar”.
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